Acabo de ver El Irlandés. ¿Qué se puede decir de una maravilla?
Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci (abrumadoramente genial) y Harvey Keitel en actuaciones descomunales, junto a un elenco que no se le achica a la parada.
Una historia y un guión soberbios y la dirección siempre magistral, nunca inmagistral de Martín Scorsese.
Los directores y actores ítalo-norteamericanos, más los irish que los acompañaban en sus pillerías en Little Italy en los años cincuenta le han dado al cine norteamericano y al cine mundial una notable reflexión sobre la propia historia de esa pujante minoría que ayudó a los EE.UU. a ocupar Italia en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. La maffia odiaba a Mussolini en lo que éste tenía de nacional, de integrador, de destructor de los particularismos y poderes locales heredados del siglo XIX.
Esta historia que entrevera a Jimmy Hoffa, a la revolución cubana, a Fidel Castro, a la invasión de Bahía Cochinos y al asesinato de Kenneddy, entre otros momentos de la historia reciente de EE.UU., es un prodigio cinematográfico. La memoria de un killer, sus conflictos de lealtad, su doble vida, su relación con el más alto nivel de la maffia norteamericana conforman una historia que permite a Scorsese un lucimiento pleno de sus geniales condiciones creativas. Esa sociedad capitalista descarnada, sin Renacimiento ni filosofía alemana, y mucho menos socialismo francés, parafraseando a quien ayer recordamos en su fallecimiento, es el escenario panorámico de El Irlandés, en el cual un sector marginal y recién venido de la burguesía intenta infrutuosamente ocupar un lugar de poder. Porque ese y no otro ha sido el "misterio profundo de la cosa", esto es, de la maffia ítalo americana, que Coppola, con El Padrino, comenzó a desentrañar.
Su antiguo amigo de Little Italy, Scorsese, le ha dado una nueva vuelta de tuerca.
Es una película imperdible. Veanla y agradecerán la cuarentena.
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