La
vida ha sido pródiga conmigo. Y este conflicto ridículo provocado
por la torpeza de un presidente inepto con el reino de Noruega me
recordó un hecho ocurrido posiblemente en el año 1997 o 98.
Vivíamos
bajo la falsa prosperidad del uno a uno y el Dúo Dinámico de Menem
y Cavallo se vanagloriaba por el mundo del resultado de sus
políticas. Fue una época en que me dediqué con ahínco y entrega a
una actividad que me dio grandes momentos y recuerdos: la milonga.
También fue una época que transcurrió en un hermoso horario, entre
las 10 de la noche y las cinco de la mañana. Conocí hermosas
mujeres de todo el mundo y una increíble variedad de personajes
nocturnos. Viejos tangueros, ex presidiarios, antiguos marineros,
ocho cuarentas retirados, bailarines que habían recorrido el mundo
entero al compás de La Yumba, estafadores y charlatanes.
Frecuentaba
la milonga de entonces un noruego, jubilado en su país como marino
mercante, que se había aquerenciado en Buenos Aires, había
aprendido a bailar el tango y amaba la noche porteña. Tendría
entonces unos 70 años y vivía en la zona de San Telmo. Un mediodía,
después de una jornada que había comenzado en la medianoche
anterior, recalamos a almorzar en el maravilloso boliche El Desnivel,
en la calle Defensa y el pasaje Giuffra. Éramos un grupo de seis o
siete hombres y mujeres, transnochados y hambrientos, que nos sentamos
a una mesa cercana a la escalera que subía al entrepiso. Bajo esa
escalera había, entonces, una mesa redonda que solía ser un lugar
preferencial por su ubicación y tamaño.
Nos
sentamos a nuestra mesa y el noruego comenzó a mirar con atención
hacia la mesa redonda.
De
pronto exclamó:
-
Pero..., ese es Haakon.
En
realidad, sonó algo como Jóokon.
Después nos enteramos que se escribía así.
Se
incorporó decidido y se acercó a la mesa e inició una
conversación con un joven, vestido como un hombre de negocios,
traje oscuro, corbata de seda, alto y delgado.
Volvió a la mesa
y nos confirmó su hallazgo. Era, justamente, Haakon Magnus, el hijo
de Harald, rey de Noruega, el heredero al trono creado con la
ruptura de la Unión de Suecia y Noruega, en 1905. Según le había
explicado, estaba en Buenos Aires en un viaje privado de negocios y
no tendría inconveniente en estrechar la mano de los amigos de su
súbdito.
De modo que, al irnos, nos acercamos a la real mesa y
saludamos al príncipe Haakon, ante la delicia y el orgullo de
nuestro marinero.
La milonga y la trasnoche nos habían ofrecido
otra inesperada sorpresa.
Buenos Aires, 9 de diciembre de 2017
Buenos Aires, 9 de diciembre de 2017