El año pasado, en esta misma fecha, vi una imagen en
la marcha que me conmovió. Es esta que aquí pongo. Le saqué una
foto y la guardé en mi computadora como Quien será.jpg.
Ayer, encontré en Twitter esta misma foto y un sobrecogedor relato de la hermana de esta hermosa muchacha, cuya vida había sido tronchada por la oligarquía que gobernó el país a partir del 24 de marzo de 1976. Decía el tweet:
Ayer, encontré en Twitter esta misma foto y un sobrecogedor relato de la hermana de esta hermosa muchacha, cuya vida había sido tronchada por la oligarquía que gobernó el país a partir del 24 de marzo de 1976. Decía el tweet:
De ella solo puedo recordar aquel 11 de Junio de 1977, a mi hermano y a mí preguntando dónde estaba, por qué no venía. Se fue de viaje, nos dijeron. Ese día yo cumplía 5 años.
La habían secuestrado 2 días antes, nunca más volvió.
Por ella. Por todos.
Inmediatamente le escribí lo que sigue:
Estimada, tengo esa foto en mi computadora con un nombre: Quién será.jpg.
La vi en una manifestación y me pareció como la síntesis de los interrogantes que hay alrededor de nuestros desparecidos. Su extraña belleza, su mirada a cámara con ojos interrogadores, su pasmosa juventud generaron en mí una profunda angustia.
Sobrevuela la idea de crearle una imposible historia que sea la síntesis y la cifra de cada una de las historias de esos miles de jovencitos masacrados y que miraban al futuro con la mirada de esta muchachita rubia, con dudas y esperanza.
Hoy, su hermana me ha contestado:
Qué emoción. Ahora Quién será.jpg ya tiene nombre, se llama Hebe, y esta es parte de su historia, la historia de todos. Ya nos encontraremos en alguna plaza.
Gracias, de corazón. Abrazo enorme.
Le respondí de inmediato:
Gracias a vos por tu respuesta. Efectivamente esa hermosa muchachita rubia a vuelto a tener su hombre. El terrible drama de nuestra dolorida patria nos ha permitido esta circulación de sentimientos y convicciones. Somos, al fin y al cabo, afortunados.
Es cierto, pasan cosas entre los argentinos. Cosas terribles, aciagas, devastadoras.
Y cosas hermosas, mágicas que nos permiten ratificar que la vida que hemos vivido valió la pena.
Efectivamente, pasan cosas.