La Forma de las
Horas, la última película de Paula de Luque, no es fácil.
Una pareja se va a
separar para siempre, para no volverse a ver. La casa donde ambos
fueron, quizás, felices se va entregar a un nuevo dueño y Ana, la
protagonista, escribe y borra y vuelve a escribir un texto que,
quizás, relata la historia de una pareja que se va a separar para
siempre, para no volverse a ver.
Y la memoria de la
escritora Ana -y la memoria de la protagonista Ana- vive, revive,
revuelve y vuelve obsesiva y reiterativamente a esos momentos en que,
quizás, pudieron ser felices o se desencontraron o se dijeron un
chiste que hizo reir a ambos o confesaron sus debilidades y sus
traiciones. Los recuerdos o la sensación de un recuerdo, la
posibilidad de que haya sido de otra forma, de que en algún momento
se tomara un camino distinto que no llevara a este final es el
material de la película, el material con el que trabaja la escritora
y el material del desasosiego, la inquietud, la angustia y la
melancolía de Ana que se expanden sobre un paisaje bello, ventoso,
acongojante y solitario.
La Forma de las
Horas es una película bella, angustiante y total y
exclusivamente femenina. El sufrimiento, el tormento espiritual, el
volver y revolver sobre un presente que ya es pasado y quizás nunca
logró tornarse futuro que vive Ana solo puede ser vivido por una
mujer. Paula de Luque hace en esta película una introspección en el
alma de una mujer que termina con su pasado, con quien fuera su
hombre y con la que fuera su casa, como si se internara en su propia
alma. Una mujer, un fantasma, un recuerdo, alguien que quizás ya no
sea baila bajo los álamos y acompaña a Ana en su infinita y casi
ontológica desazón.
Julieta Díaz y
Jean Pierre Noher interpretan la pareja que alguna vez fue y ha
dejado, quizás, de serlo y Paula Robles pone el cuerpo a esa danza
que, quizás, sea la última. Julieta Díaz lo hace con la precisión
y maestría de siempre. Jean Pierre Noher supera con solvencia y
experiencia el desafío.
El color desvaído,
apastelado de la fotografía le da a la película algo como la
inconsistencia de la memoria, la fragilidad del alma femenina.
La Forma de las
Horas no es fácil. Pero verla es meterse en el laberinto de la
sensibilidad de una mujer y salir airoso del intento.
Buenos Aires, 21
de diciembre de 2019
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