¿Qué duende, ángel o diablillo
signó la inspiración de Clío
cuando tejió los destinos
de estas tierras y estos ríos?
Un cendal tenue y romántico
perfumó el furor impío
de los civiles agravios
con amoroso extravío.
Guadalupe y Mariano,
La Delfina y el Supremo,
Encarnación y su ruano
poderoso de Palermo,
Evita y Perón lozano,
Cristina y Néstor extremo.
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