Acabo de ver “Las Plagas de Breslavia”, un policial polaco que esta en Netflix.
La historia de Breslavia, también conocida como Breslau o Vrastislava, es la síntesis del drama histórico de la nación polaca, de eso que los socialistas de la Segunda Internacional llamaban “la Cuestión Polaca”. Su primer registro data del año 1000 y su nombre actual, en grafía polaca, es Wrocław, que se pronuncia algo así como Vrotsuaf, pero que a lo largo de la historia ha sido llamada Breslau, en alemán, Vratislav, en checo o bohemio y Vratislava en latín. Construída a orillas de lo que hoy llamaríamos la hidrovía del Óder, formó parte de la Liga Hanseática y es la capital de la Baja Silesia. Formó parte del Sacro Imperio Romano Germánico, al imperio Austríaco hasta que Federico el Grande logró arrebatársela a los Habsburgos de Viena y la convirtió en capital de la Silesia alemana. Fue en Breslavia donde se inició, en 1813, el levantamiento contra la ocupación francesa de Napoleón Bonaparte.
El Partido Nacional Socialista, en las elecciones de 1933, obtuvo en Breslau el más alto porcentaje de votos en toda Alemania, 51,7%. Poco tiempo después se estableció, en las afueras de la ciudad, el campo de concentración de Breslau, con el objeto de encerrar allí a la minoría judía de la ciudad, pero también a la población polaca. Para 1945, Breslau se había convertido en uno de los principales asientos de la industria alemana de guerra hasta que, ese mismo año, cayó ante el asedio del Ejército Rojo durante más de tres meses.
Toda esta información para explicar la densidad histórica de Breslavia. Nada de esto aparece en la película, pero es seguramente este pasado el que convierte a la película en una de las más densas y tortuosas películas policiales que he visto en tiempos de pandemia y de películas policiales.
Un personaje femenino de una intensidad psicológica y de una dureza que sorprende, una trama de corrupción, avaricia y abandono estatal que la identifica con todo el mundo a merced del capital financiero y con un final sorprendente, Las Plagas de Breslavia, los va a desconcertar. El genero policial negro, una vez más, se hace cargo de las miserias de la Europa posterior al estado de bienestar. Y el vengador Simón Radowitsky vuelve a encarnar en una mujer, gorda y sufrida, que bien podría vivir en La Matanza.
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