domingo, 28 de junio de 2020

Esa magnífica diversidad de voces y procedencias



Mañana de domingo y de cuarentena. Me levanto. Subo las persianas del departamento para que entre la grisácea luz del invierno. Presiento que afuera, en la temida calle donde acecha el virus, hace frío. Veo un hombre que, con barbijo y gorra, lleva una bolsa de compras del supermercado.

Preparo el desayuno mientras prendo la computadora.

Al abrir Twitter me aparece un posteo de mi querido amigo venezolano, el caraqueño Roberto Hernández Montoya, un maravilloso conversador, culto y echador de vainas. Roberto, que nunca ha pisado la Argentina, es un fervoroso admirador de nuestra música, tanto del folklore como del tango. Es capaz de recitar versos del Martín Fierro o algún tango de Celedonio Flores. Su programa radial suele adornarse con D'Arienzo, Pugliese o Piazzolla. En su tuit, Roberto pone un enlace a un programa del canal Encuentro dedicado a la milonga de Atahualpa Yupanqui y Romildo Rossi, Los Ejes de mi Carreta.

Comencé a verlo en mi notebook y ahí se me desplegó, como en un gigantesco friso, como en una iluminación, la notable, la magnificente y prodigiosa diversidad que encierra nuestra gigantesca Patria.

Otro viejo amigo de esas cenas de la Oesterheld con su galería de espectros queridos, Emilio del Güercio, desde su noble rostro de príncipe siciliano, me cuenta cómo fue que el pampeano Héctor Chavero, Atahualpa Yupanqui, y el montevideano Romildo Rossi -otro hijo de italianos- pergeñaron ese clásico rioplatense. Y convoca a una decena de argentinos para que nos hablen sobre los autores y el tema.

Así pasan Verónica Condomí y su belleza de princesa incaica, el gran pianista tanguero y notorio tano José Colángelo, el centroeuropeo judío David Blaustein, Marcelo Simón y Silvia Majul, dos sirio-libaneses enamorados como pocos de nuestra música paisana, el pintor Raúl Borré, de agudo apellido francés o catalán, las cantarinas “ies” del correntino Acuña, una mención al Siglo de Oro español que nos dio esta prodigiosa lengua y su deslumbrante creatividad poética. Y al final, para cerrar esta babel de orígenes unida por el idioma, la cultura y la historia, el gallego Raúl Carnota toca y canta, con su leve acento jazzeado y su dejo santiagueño, el tema de Atahualpa.

Roberto Hernández Montoya debe estar matándose de risa. Eso sí que fue una vaina, pana.

Buenos Aires, 28 de junio de 2020


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