El topo
Fue hace casi veinte años,
en el más inesperado recodo de la historia
-ese maldito topo jamás nos ha dado seguridad alguna,
simplemente aparece,
cuando no lo esperamos.
y, carajo, no nos damos cuenta que es el topo,
el de la historia,
el que sale de su laberíntica cueva
y nos indica que todo ha vuelto a empezar-
apareció nuevamente la historia,
¿qué historia?
esa historia, ese gran relato del que todos fuimos relatores,
que todos nos contamos,
que todos contamos alrededor del fuego,
en la cama durmiendo al hijo,
la historia que nos contaba a cada uno de nosotros,
que nos convertía en sujetos,
que abolía la esclavitud,
que nos enfrentaba al amo
y que nos sumió en una pasión de meses
y nos hizo sentir de pie,
erguidos,
no acostados.
Fue hace casi veinte años.
Entramos al nuevo siglo
con esta historia.
Digamos,
entramos a la historia
con esta historia.
Y ahí quedaron nuestros muertos.
Y ahí quedo el cimiento para seguir siendo historia.
Fue hace casi veinte años.
Y es el maldito topo
Que aparece cada año
El 2 de abril.
Con los muertos,
con los baldados,
con los que jamás pudieron reponerse,
con los vencidos,
con los que pelearon,
con los que dejaron sus miembros,
con los que, más ciegos que el topo,
ni siquiera lo vieron.
Fue el topo,
que apareció, dio un brinco, corrió por el abierto potrero
y volvió a enterrarse.
Hace casi veinte años.
Bien podría volver a aparecer
el maldito topo.
Buenos Aires, 2 de abril de 2001.