lunes, 14 de octubre de 2024

Décimas a un pícaro trotamundos

 


Anda recorriendo el mundo

un pícaro rosarino

que descarado y sin tino

bolacea inverecundo.

Ocultando que es oriundo

de una itálica aldea,

el rosarino alardea

de un hispánico orgullo.

Se llama Marcelo Gullo

y a los gallegos buitrea.


Este Gullo aquí nombrado

tiene una historia peruana.

Él dice que son macanas,

pero en Perú era buscado.

En su rumbo alocado,

pronto se hizo peronista,

para más, ¡revisionista!,

y así seguir ordeñando

cualquiera que fuese el bando:

¡Marcelo, el oportunista!


Agotada esta instancia

salió a buscar otro norte,

un gobierno, alguna corte,

para viáticos y estancia.

Eso intentó, sin prestancia,

con Maduro, en Venezuela.

Allí no encontró candela,

y con tremendo bloqueo

tuvo miedo al desempleo.

Se fue a España a buscar tela.

Por el lado de la izquierda

todo estaba muy cerrado.

Mucho argento había pasado,

ya no hay español que muerda.

En ese instante recuerda

viejos textos hispanistas.

Si defiende la conquista

que de América hizo España

podrá impedir la guadaña

del hambre que ya se avista.

Y así salió a toda vela,

sin el mínimo desgarro,

a defender a Pizarro,

a Cortés y hasta a Pezuela.

poniendole la sayuela

de inglés hasta a San Martín.

Nada detiene al golfín

para cobrar su salario.

Para ser un buen sicario

hay que ser traidor y ruin.

Esta es la breve historia

de un pícaro historiador

que sin rubor ni pudor

se ató a la dulce noria

de un amo triste y sin gloria.

Marcelo Gullo es el nombre.

Compañero, no se asombre

si en el medio de un camino

se lo encuentra a este ladino:

no tiene mucho de hombre.



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