viernes, 31 de marzo de 2023

Hoy hemos fracasado

Hoy la Argentina,

“la nueva y gloriosa nación”,

los hombres de Mayo,

José de San Martín

y su “andaremos en pelota

como nuestros hermanos los indios”,

Don Juan Manuel y Doña Encarnación,

Don Justo José y Felipe Varela

y el Chacho Peñaloza,

la generación del 80 y sus talentos y su logia,

Don Hipólito y sus revoluciones

contra “el régimen falaz y descreído”,

y los socialistas abstemios

y los comunistas de Leningrado,

los conservadores fraudulentos,

el General, Evita y sus “grasitas queridos”,

los golpistas y los democráticos,

los desarrollistas y los liberales,

los de la lucha armada

y los de la insurrección popular,

los de las botas y los de los votos,

los que no vieron el nuevo siglo

los que vivimos el nuevo siglo,

los del Papa argentino,

Maradona y su “la tenés adentro”,

Messi y los campeones del mundo,

todos, todas, todes

hoy hemos fracasado.

La computadora me ha escupido en la cara:

Murió una beba de tres meses

en situación de calle

a metros de la Casa Rosada.

En la pretendida capital cultural de América Latina,

en la ciudad más rica del país,

a unas cuadras de Puerto Madero,

a seis mil dólares el metro cuadrado,

cuando estaba para que la mimen,

le den la teta y la cambien,

la tengan a upa y le canten

viejos arrorós,

murió una beba,

un pedacito de carne palpitante,

una sonrisa sin dientes

que no podía respirar.

Que el silbido de sus bronquios taponados

nos quite para siempre el sueño y la tranquilidad.

Que nunca más podamos dormir

por miedo a que la beba ya no exhale

ese aliento suave y con olor a cosas hermosas.

Hoy hemos fracasado.

Que no se nos olvide.


Buenos Aires, 31 de marzo de 2023




sábado, 18 de marzo de 2023

Guerra en Europa, Sin Novedad en el Frente

Anoche vi “Sin Novedad en el Frente”. Para mi generación, el título de la película evoca inmediatamente a la novela del alemán Erich Maria Remarque, aunque mi generación, posiblemente, sea la primera que no la leyó al llegar a los veinte años.



El libro salió a la venta en 1929 y se convirtió rápidamente en uno de los textos más populares contra la guerra. La tradujo al castellano, en España, el stalinista Wenceslao Roces, un profesor de Derecho Romano, funcionario de la República Española y vinculado a un oscuro episodio ocurrido poco antes de la caída de Madrid en manos del fascismo: la desaparición de 2.796 monedas de oro antiguas, por un total de 16 kilo, más 242 monedas árabes y 322 visigodas que no llegaron a pesarse. Roces, hombre, por otra parte, de una amplia cultura, fue, entre otros trabajos, el traductor de la biografía de Carlos Marx, de Franz Mehring.

En la Argentina, su traductor fue otro stalinista, el poeta Arístides Gandolfi Herrero, conocido como Alvaro Yunque, de una vasta producción literaria.

Para mi generación, que no conoció guerras mundiales, para decirlo de algún modo, sino que creció en un mundo de guerras de liberación, guerras anticolonialistas y antiimperialistas (Corea, Vietnam, crisis de Suez, Congo, Angola, Mozambique, etc.) la novela de Remarque aparecía como un lloroso libelo pacifista, defensor de la coexistencia pacífica.

De manera que mi acercamiento a la película ha sido prudente y sin entusiasmo. El hecho de que esta nueva versión alemana compitiese con nuestra “Argentina, 1985” por el Oscar a la mejor película extranjera no hizo más que aumentar mi prevención.

Quedé deslumbrado, maravillado, estupefacto. Esta versión de “Sin Novedad en el Frente” es una gigantesca película, con una dirección de cámara y de actores, con un encuadre, con una iluminación y una dirección de arte para los que casi no encuentro adjetivos. Me repito, es deslumbrante. Mi querido amigo Enrique Lacolla -el maestro cordobés que me ayudó, entre otros saberes, a ver y a analizar el cine- no es muy entusiasta del alejamiento de la película de la novela originaria, de la aparición de instancias institucionales y políticas en el filme y de su final distinto al de Remarque (http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=752) . Insisto, no leí la novela ni vi las versiones cinematográficas anteriores.

Esta película no se puede no ver. Además de su alta calidad técnica y artística, es la primera vez, desde la entrada del Ejército Rojo en Berlín, que en el centro de Europa hay una guerra en la que están, de una u otra manera, involucradas todas las potencias atómicas y todos los países de Europa occidental. La carnicería, la degollina, la picadora de carne humana, el desprecio a la dignidad humana que la guerra implica aparece en la pantalla con una naturalidad apabullante. Hay fotogramas en el filme que ni el genio de Ieronimus Bosch y su parafernalia de íncubos y demonios podría haber imaginado.

Que nuestra película haya competido en el mismo nivel que ésta acrecienta su valor. No ganamos, pero no ganamos ante algo casi único.