jueves, 23 de julio de 2009

América Latina, esa hermosa transculturación


Cultura y Alteridad
(En torno al sentido de la experiencia latinoamericana)
José Ramiro Podetti
Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A.
Caracas - 2007
Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas, 2007 de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos
El objeto de este apasionante libro es la identidad de nuestro continente, nuestra identidad latinoamericana. O mejor dicho de la contradictoria identidad latinoamericana que, en cada momento histórico, en cada intento de definición política, en cada reflexión choca con un elemento que surge de su propio interior, de su ser, la alteridad, el otro: una identidad atravesada por la conciencia de ser otra cosa distinta a los atributos que esa identidad denota.
El autor parte, para su investigación histórica, antropológica y filosófica, del célebre discurso de Simón Bolívar ante el Congreso de Angostura, en 1819. Allí, el Libertador, a punto de sentar las bases institucionales y políticas de la gran nación continental, se pregunta sobre nuestra identidad y llega a una respuesta que pone justamente un enorme interrogante identitario. Dice Bolívar: “Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”. Y esta respuesta casi asombrada del Libertador, escribe Podetti, se convierte en la clave de la cuestión sobre la identidad, ya que la definición sobre nosotros mismos implica necesariamente una noción, un concepto del otro, una idea de la alteridad, para poder afirmar que no somos como los otros.
Para su tarea, Ramiro Podetti remonta su análisis, en el que la historia de las ideas juega un papel esencial, al momento mismo del descubrimiento, que unifica, por primera vez en la historia, un escenario humano a escala planetaria. En el pensamiento filósofico europeo, la aparición del continente americano dará origen a una reflexión que se inicia con la Relictio de Indis de Francisco de Vitoria, que pone las bases a la noción de una comunidad mundial y, por lo tanto, de un poder mundial. Considera, entonces, Podetti que los cinco siglos que van de la llegada de Colón a Guanahaní hasta hoy es “el período de transición entre las historias locales y la historia universal propiamente dicha”, y establece un paralelo entre ambos niveles históricos y la relación historia personal-historia local. “Las comunidades son a la comunidad mundial lo que los individuos son a la comunidad” dice casi aforísticamente el autor al iniciar su obra.
La idea, que Podetti desarrolla con maestría y enjundia, es que el llamado “Descubrimiento del Nuevo Mundo” no remite al hecho físico del contacto del europeo con el suelo y la humanidad americana, sino a que ese contacto hizo que, por primera vez en la historia, el ser humano descubriese el mundo en su totalidad, alcanzase una noción de universalidad de la que carecieron todas las culturas anteriores. En suma permitió “el descubrimiento del mundo”.
Con esta idea como eje de su investigación, Podetti establece paradigmas culturales clásicos, convirtiendo al viaje de Cristóbal Colon en la realización del simbólico viaje de Ulises, sobre todo en la versión que el Dante da del héroe griego. Traspasar las columnas de Hércules, salir del mare nostrum implicaba e implicó salir al encuentro del orbis alterius, de la totalidad desconocida de los otros. Los relatos de los europeos llegados a tierras americanas dan cuenta de que en sus cabezas venía la propuesta del desafío homérico, cuando el propio Colón supone que el Orinoco es uno de los cuatro ríos del Paraíso dantesco o en la convicción del jurista Antonio de León Pinelo de que el Paraíso había estado en Suramérica. Será a partir de 1492, afirma Podetti, que la experiencia del mundo no será tan sólo el conocimiento geográfico, sino “la experiencia del mundo como comunidad”. En ese sentido profundo de la llegada europea a nuestro continente Podetti encuentra la razón por la cual cientos de discípulos de Francisco de Vitoria, creador del Derecho Internacional Público, se trasladan a América y desde acá influyen en el acontecer político e intelectual de su época.
El plateamiento histórico-filosófico de “Cultura y Alteridad” recorre un camino que va desde el reconocimiento a Bernardino de Sahagún, que en México funda la Antropología con su “Historia general de las cosas de Nueva España” hasta Giambattista Vico, en quien ve el primer antecedente de un pensamiento basado en la experiencia humana o sea de la historia. Y la base material para ese desarrollo, que independiza la acción del hombre de la acción de Dios o los dioses, es, para Podetti, la aparición de América.
El tema del mestizaje americano y el impacto que las teorías etnológicas europeas tienen sobre este mundo de misturas raciales es el siguiente paso en su análisis, en el que la fórmula sarmientina de “civilización o barbarie” manifiesta, dice Podetti, que “lo que para el mundo europeo significaba un conflicto de alteridades, en el mundo latinoamericano se convertía en un conflicto de identidad”. Esto llevó a que lo que en Europa era una lucha con otros –la barbarie- en América Latina se convirtiese “en una lucha consigo mismo”. O como afirma el mexicano Leopoldo Zea: “el hispanoamericano eligió una de las formas de su ser y trató de cortar definitivamente la otra”.
Uno de los capítulos del libro está dedicado a analizar el peso que tuvo, en el pensamiento europeo sobre América y Africa, la concepción política derivada de la etnología –el racismo-, especialmente en pensadores de mucha influencia en nuestro continente como Hume, Locke, Montesquieu y Hegel, arquetipos de la modernidad europea. La siguiente cita tomada de "El Espíritu de las Leyes" es un ejemplo de ello: “aquéllos de quien se trata son negros desde los pies a la cabeza; y tienen la nariz tan achatada que es casi imposible compadecerse de ellos. No es posible aceptar la idea que Dios, un ser tan sabio, haya puesto un alma, sobre todo un alma buena, en un cuerpo todo negro… Es imposible suponer que estas genes sean hombres, puesto que si así lo supusiéramos, se comenzaría a creer que nosotros mismos no somos cristianos”. Una línea de pensar que culminará en el francés Arthur de Gobineau y su condena al entrecruzamiento racial. Estas ideas europeas conjugadas con la ideología basada en el Antiguo Testamento propia del sectarismo protestante –con su traslación ahistórica del concepto de pueblo elegido- darán como resultado el racismo anglosajón norteamericano y el colonialismo inglés con “la carga” del hombre blanco cantada por Kipling.
La parte culminante del libro de Podetti es la que, después de esta extensa introducción en la historia de las ideas, analiza la obra y evolución ideológica de cinco autores latinoamericanos emblemáticos. El uruguayo José Enrique Rodó –pionero del concepto nacional de América Latina-, el peruano Francisco García Calderón –el defensor de la idea del mestizaje-, el mexicano José Vasconcelos –con su idea de la raza cósmica de nuestro continente-, del cubano Fernando Ortiz –y su elogio a la transculturación- y, por último, del peruano Víctor Andrés Belaúnde –y su crítica al indigenismo que reduce nuestra historia a la realidad anterior a la conquista- son analizados por el autor, como antecedentes y expresiones de la potente capacidad de unificación cultural y antropológica del continente.
En estos cinco autores se dan, de distinta manera y en distintos momentos históricos, las confluencias raciales y culturales por las que el otro –la alteridad, lo distinto- se conjuga y cuestiona la propia identidad latinoamericana. El crecimiento avasallante de los EE.UU. que describe Rodó, el rechazo a la pureza racial pregonada en Francia de García Calderón, la presencia definitoria de la vertiente africana de Fernando Ortiz y la mestización cultural de Belaúnde dan como resultado lo que Podetti denomina y elogia como “transculturación”: una realidad en la que prima “la utopía antropológica de síntesis de todas las razas”, fenómeno exclusivamente latinoamericano en el que el autor ve, además, “el pricipio posible de una verdadera comunidad política universal”.
En suma, “Culura y Alteridad” es una obra cuya lectura resulta impostergable en el momento de analizar y proponer un proyecto cultural latinoamericano, propio e intransferible. Distinto al europeo en la medida en que “el otro” forma parte inescindible de la propia identidad común.
Ramiro Podetti es un porteño radicado, desde hace veinte años en Montevideo, donde realiza una importante actividad intelectual como profesor universitario. Amigo y discípulo de Alberto Methol Ferré, cuya influencia se percibe en esta obra, Podetti recibió el prestigioso premio Mariano Picón Salas al Ensayo en el 2007. El sistema cultural de la Revolución Bolivariana premió así una obra que aporta, desde una perspectiva intelectual propia y representativa de la tradición latinoamericana, al cauce de la unidad continental.
Buenos Aires, 23 de julio de 2009