Yo tenía 16 años. Me había unido, en Tandil, provincia de Buenos Aires al Pequeño Teatro Experimental (PTE), una propuesta lanzada por un muchacho diez años mayor que yo, Juan Carlos Gargiulo, un fumador de Particulares que se levantaba a las 12 del mediodía, trabajaba eventualmente como vidrierista de algunas de las tiendas de entonces y me hizo conocer a Agustín Cuzzani y a Osvaldo Dragún. Formaban parte de ese grupo, entre los que recuerdo, Osvaldo Soriano, un obrero de la Metalúrgica Tandil que escribía cuentos fuera del horario de trabajo, Juan Carlos Campagnolle, un muchachón, hijo de una viuda propietaria de un campo arrendado, que vivía junto con su hermana a la vuelta de mi casa, y sin trabajo conocido -la renta agraria le permitía hacerlo-. También estaba el hijo del relojero de ese pueblo de entonces con casa y negocio en la calle Pinto, entre el Club Hípico y el escritorio de Arano, Víctor Andrés Laplace. "El escritorio", entonces, quería decir la oficina del administrador de arrendamientos y ventas de ganado de los terratenientes agrarios.
Ese Pequeño Teatro Experimental fue para mí el ingreso oficial al mundo de la cultura, a las discusiones sobre Bergman y el neorrealismo italiano, sobre Aldous Huxley y los poemas de Borges que publicaba los domingos el suplemento cultural de La Nación.
Fue en una de esas conversaciones alrededor de unas tazas de café llenas de puchos de cigarrillos que escuché por primera vez el nombre de Héctor Alterio. Posiblemente haya sido Víctor Laplace, quien también trabajaba como administrativo en la Metalúrgica Tandil y, en tal función viajaba habitualmente a Buenos Aires, quien lo haya mencionado.
"Es el mejor actor argentino" se dijo también al nombrarlo.
- Pero, ¿y Alfredo Alcón?, pregunté. Lo había visto en la televisión en blanco y negro, que esa noche por fortuna se veía sin nevado, en Bodas de Sangre, junto con María Casares.
- No. Héctor Alterio es superior. Es actor en Nuevo Teatro, me respondieron. -Junto con Pedro Asquini y Alejandra Boero. Nuevo Teatro es una propuesta de teatro no comercial, como la nuestra, como la del Pequeño Teatro Experimental, me explicaron.
Fue en ese momento, entonces, que su nombre me quedó grabado para siempre. Y no fue sino varios años después que pude verlo en el cine. Supongo que en La Tregua. Pero la idea de que era el mejor actor de la Argentina me acompañó toda la vida.
Todo esto para anunciarles que esta noche voy a ir al estreno de la despedida del gigantesco Héctor Alterio de los escenarios.
Entre aquel atardecer en que oí su nombre por primera vez y esta noche han pasado 60 años.
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