sábado, 21 de diciembre de 2019

La Forma de las Horas o la angustia de la mujer

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La Forma de las Horas, la última película de Paula de Luque, no es fácil.
Una pareja se va a separar para siempre, para no volverse a ver. La casa donde ambos fueron, quizás, felices se va entregar a un nuevo dueño y Ana, la protagonista, escribe y borra y vuelve a escribir un texto que, quizás, relata la historia de una pareja que se va a separar para siempre, para no volverse a ver.
Y la memoria de la escritora Ana -y la memoria de la protagonista Ana- vive, revive, revuelve y vuelve obsesiva y reiterativamente a esos momentos en que, quizás, pudieron ser felices o se desencontraron o se dijeron un chiste que hizo reir a ambos o confesaron sus debilidades y sus traiciones. Los recuerdos o la sensación de un recuerdo, la posibilidad de que haya sido de otra forma, de que en algún momento se tomara un camino distinto que no llevara a este final es el material de la película, el material con el que trabaja la escritora y el material del desasosiego, la inquietud, la angustia y la melancolía de Ana que se expanden sobre un paisaje bello, ventoso, acongojante y solitario.
La Forma de las Horas es una película bella, angustiante y total y exclusivamente femenina. El sufrimiento, el tormento espiritual, el volver y revolver sobre un presente que ya es pasado y quizás nunca logró tornarse futuro que vive Ana solo puede ser vivido por una mujer. Paula de Luque hace en esta película una introspección en el alma de una mujer que termina con su pasado, con quien fuera su hombre y con la que fuera su casa, como si se internara en su propia alma. Una mujer, un fantasma, un recuerdo, alguien que quizás ya no sea baila bajo los álamos y acompaña a Ana en su infinita y casi ontológica desazón.
Julieta Díaz y Jean Pierre Noher interpretan la pareja que alguna vez fue y ha dejado, quizás, de serlo y Paula Robles pone el cuerpo a esa danza que, quizás, sea la última. Julieta Díaz lo hace con la precisión y maestría de siempre. Jean Pierre Noher supera con solvencia y experiencia el desafío.
El color desvaído, apastelado de la fotografía le da a la película algo como la inconsistencia de la memoria, la fragilidad del alma femenina.
La Forma de las Horas no es fácil. Pero verla es meterse en el laberinto de la sensibilidad de una mujer y salir airoso del intento.
Buenos Aires, 21 de diciembre de 2019

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