miradas
que nos ven desde el principio,
mirada
niña de la madre vieja
Octavio
Paz
Tuve
oportunidad de conocer a la señora madre de Cristina Fernández de
Kirchner. Vino un día a visitar una exposición en la Casa Nacional
del Bicentenario y me tocó el honor de recibirla y acompañarla
durante un rato hasta que quedó en manos de nuestras excelentes
guías pedagógicas.
Era
un mujer dura, fuerte. Trasuntaba fuerza y determinación.
Empecinamiento, incluso, si se quiere. No era su preocupación caer
bien o ser estimada como simpática. Sin violentar ninguna forma
social de relacionamiento, la señora sabía exactamente qué quería
y no se dejaba seducir con palabras acarameladas.
Firmeza
era posiblemente el atributo que sobresalía de su personalidad.
Resultaba imposible conocerla sin pensar en su hija, en la estudiante
de derecho de la Universidad de la Plata, la joven y bella muchacha,
parecida en su aspecto, en su ropa, en su peinado a miles de
muchachas estudiantes argentinas de esa época, de la época del
Cordobazo, de la lucha contra la dictadura de Onganía, del regreso
de Perón, del cruce del río Matanza frente a 30.000 hombres
desplegados del ejército, más que en la Campaña del Desierto.
Inmediatamente
uno pensaba ¿cómo se llevaría aquella muchacha, aquella típica
morocha platense, militante del peronismo, admiradora de la
revolución cubana, con, seguramente, el poster del Che en su
dormitorio, con esta señora resuelta, de pocas y escuetas palabras?
¿Qué
habría en esa elegante presidenta de aquellos días de la resolución
de esta señora mayor, vestida en jogging y zapatillas de gimnasia?
¿Habrán
discutido mucho? ¿Cuántas veces le habrá prohibido salir de noche
o ir a una reunión nocturna bajo la atenta vigilancia de la policía
dictatorial?
¿Le
molestaría a la muchacha Cristina que su madre se subiese a la
tribuna de Gimnasia y Esgrima de La Plata a hinchar por los colores
de su equipo preferido?
Esas
cosas circulaban por mi cabeza cuando hablaba con doña Ofelia
Wilhelm de Fernández. Uno tenía la sensación de saber de dónde le
venía a Cristina su resolución y fortaleza. ¿Pero de dónde le
venía su fragilidad, su ternura de mujer enamorada, su aficción por
los libros y los escritores, su cariñosa mirada o su pasión por los
más desprotegidos?
Quizás
ese haya sido el rostro oculto de doña Ofelia. O el aporte de ese
gallego chófer de colectivos que fue su padre y del que poco
sabemos.
Doña
Ofelia se ha llevado muchos secretos que la historia rastreará hasta
encontrarlos. Ha sido la madre de una de las más destacadas mujeres
del siglo XXI, cuya figura ha desbordado los modestos confines de
este "fin del mundo" para convertirse en bandera de
millones y respeto del mundo entero.
Buenos Aires, 19 de abril de 2019
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