viernes, 19 de abril de 2019

Doña Ofelia Wilhelm de Fernández, la madre de CFK


miradas que nos ven desde el principio,

mirada niña de la madre vieja

Octavio Paz


Tuve oportunidad de conocer a la señora madre de Cristina Fernández de Kirchner. Vino un día a visitar una exposición en la Casa Nacional del Bicentenario y me tocó el honor de recibirla y acompañarla durante un rato hasta que quedó en manos de nuestras excelentes guías pedagógicas.
Era un mujer dura, fuerte. Trasuntaba fuerza y determinación. Empecinamiento, incluso, si se quiere. No era su preocupación caer bien o ser estimada como simpática. Sin violentar ninguna forma social de relacionamiento, la señora sabía exactamente qué quería y no se dejaba seducir con palabras acarameladas.
Firmeza era posiblemente el atributo que sobresalía de su personalidad. Resultaba imposible conocerla sin pensar en su hija, en la estudiante de derecho de la Universidad de la Plata, la joven y bella muchacha, parecida en su aspecto, en su ropa, en su peinado a miles de muchachas estudiantes argentinas de esa época, de la época del Cordobazo, de la lucha contra la dictadura de Onganía, del regreso de Perón, del cruce del río Matanza frente a 30.000 hombres desplegados del ejército, más que en la Campaña del Desierto.
Inmediatamente uno pensaba ¿cómo se llevaría aquella muchacha, aquella típica morocha platense, militante del peronismo, admiradora de la revolución cubana, con, seguramente, el poster del Che en su dormitorio, con esta señora resuelta, de pocas y escuetas palabras?
¿Qué habría en esa elegante presidenta de aquellos días de la resolución de esta señora mayor, vestida en jogging y zapatillas de gimnasia?
¿Habrán discutido mucho? ¿Cuántas veces le habrá prohibido salir de noche o ir a una reunión nocturna bajo la atenta vigilancia de la policía dictatorial?
¿Le molestaría a la muchacha Cristina que su madre se subiese a la tribuna de Gimnasia y Esgrima de La Plata a hinchar por los colores de su equipo preferido?
Esas cosas circulaban por mi cabeza cuando hablaba con doña Ofelia Wilhelm de Fernández. Uno tenía la sensación de saber de dónde le venía a Cristina su resolución y fortaleza. ¿Pero de dónde le venía su fragilidad, su ternura de mujer enamorada, su aficción por los libros y los escritores, su cariñosa mirada o su pasión por los más desprotegidos?
Quizás ese haya sido el rostro oculto de doña Ofelia. O el aporte de ese gallego chófer de colectivos que fue su padre y del que poco sabemos.
Doña Ofelia se ha llevado muchos secretos que la historia rastreará hasta encontrarlos. Ha sido la madre de una de las más destacadas mujeres del siglo XXI, cuya figura ha desbordado los modestos confines de este "fin del mundo" para convertirse en bandera de millones y respeto del mundo entero.
Buenos Aires, 19 de abril de 2019

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