Volver a donde fui niño,
a donde fui un muchachito de 14 años.
Volver a lo de la abuela Adela
cuando ya tengo tantos años como la abuela Adela.
Fantasmas
Del comisario peronista,
el tío Raúl y su leve síndrome de Diógenes,
Evelia, Pilar y Lisinia,
las tías feas.
A ese mundo de primas y primos de la infancia,
ausentes siempre,
menos esos días de estío cuando mi padre proponía:
- Vamos a Santa Rosa.
Y eran los tíos y tías de mi papá,
los hermanos y hermanas de doña Adela,
a quienes mi padre mostraba su progreso,
lo bien que le iba.
Fantasmas
Y las tristes hermanas de mi madre,
sus muertos juveniles,
y el recuerdo de Magdalena, de Carmen y de Pancho,
que murió tan joven
y en el Sur,
ese abismo que se comía a la gente en los años 30,
y el de Perico, el otro muerto,
y de Luis y de Pepe, el más inteligente y que no pudo estudiar,
y de Joaquina, la mayor,
y de Valentina,
la pobre Valentina se decía,
y de Luisa, que no tuvo suerte con su matrimonio,
también se decía.
Fantasmas
Volver a todos los fantasmas
de un tiempo que era feliz,
de un tiempo de juegos,
de descubrimientos, de sorpresas.
Pocas cosas quedan en pie.
La estatua de Yrigoyen,
que alguna vez visitó la ciudad
-recordaba mi padre-,
la plaza y sus glorietas blancas
-ya nadie da vueltas alrededor
como lo hacía entonces-,
el hermoso Hogar Escuela que construyó Evita,
y que se convirtió en regimiento en 1976.
Don Julio Argentino desapareció
de calles y estatuas,
el nombre de San Martín cubre,
con su gloria, la agachada a la memoria del hombre
que convirtió estos medanales pampas,
estos caldenes y estos piquillines
en República Argentina.
Doña Adela de la Mata
es una plazoleta,
con una hamaca y un tobogán,
donde aún resuena su autoridad,
su aspereza de campesina de León,
sus golpes de hacha contra el leño terco.
Fantasmas
Espectros de la memoria.
Sombras sinuosas del recuerdo
que resucitan al volver donde fui niño.
Santa Rosa de Toay, 28 de mayo de 2023
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