jueves, 18 de noviembre de 2021

Volvió la fiesta peronista



Tiene el mundo otra cara. Se acerca lo remoto

en una muchedumbre de bocas y de brazos.

Se ve la muerte como un mueble roto,

como una blanca silla hecha pedazos.

Miguel Hernández

Volvió la fiesta peronista y la Plaza del Cabildo volvió a ser lo que siempre fue y ha sido.

Pasaron dos años, los dos años más singulares, difíciles y complicados que hayan ocurrido en el mundo, posiblemente, jamás. Dos años en los que la totalidad del género humano, todos los hombres y mujeres que viven en este planeta, sin excepciones, vivieron bajo la amenaza de un virus que mataba boca abajo, entre estertores, ahogos, esófagos entubados e inútil bombeo de oxígeno. Ningún hombre o mujer había vivido una situación similar, cualquiera fuese su edad. La humanidad trabajadora se retiró de la producción, dejó de concurrir a talleres, fábricas, oficinas, galpones. Los trenes y camiones dejaron de llevar mercaderías de un lado al otro del planeta. Los aviones dejaron de cruzar los cielos de ambos hemisferios. Cayó verticalmente la producción mundial y, por ende, la generación de bienes y servicios, haciendo evidente, a su vez, que es la mano humana la única creadora de riqueza y no la parasitaria actividad financiera y bursátil, que, aún cuando nunca se detuvo, no pudo evitar ese derrumbe.

Hace dos años, el Frente de Todos ganó las elecciones, porque un conjunto mayoritario del país decidió que debía poner punto final a la destrucción de la economía nacional, que llevó a cabo, con la firmeza de un verdugo, el gobierno de Mauricio Macri, expresión del más puro capital financiero. Y en el momento mismo en que ese nuevo gobierno se disponía a gobernar, a restaurar la economía nacional, la producción y el trabajo argentinos, recuperar el valor del salario y, encima, arreglar la bomba de tiempo de la inaudita deuda con el Fondo Monetario Internacional, en ese momento, se disparó la peste negra del siglo XXI.

No es el objetivo de estas líneas analizar lo que el gobierno hizo e intentó hacer en ese contexto. Simplemente queríamos puntualizar que la pandemia, y la prudencia natural y el respeto por la propia vida y ajena, que caracteriza a las grandes mayorías, hizo que el movimiento nacional, el peronismo y sus aliados, cuya política siempre estuvo respaldada por la movilización popular, debió retirarse de las calles y las plazas. Cada uno de los hombres y mujeres del gran movimiento nacional era consciente de que esa retirada sanitaria de las plazas y las calles sería aprovechada por la oposición para debilitar al gobierno y al presidente Alberto Fernández. Pero también era consciente de que la salud pública, la vida de los argentinos era un bien superior que había que cuidar.

Y, entonces, la calle se llenó de gente extraña. Parecían esas marchas de zombies tambaleantes y enajenados, marchando por calles de ciudades devastadas, que las películas del género han hecho conocer en el cine y la televisión. En lugar de afirmar derechos, repudiaban el uso de barbijos. Pequeñas multitudes salidas de la soledad de la gran ciudad y su catálogo de solitarios delirantes, jóvenes trastornados con diversas interpretaciones paranoicas y conspirativas, pequeños fascistas impotentes con sueños de grandeza, ancianos cuya fuente de inspiración son los canales hegemónicos, mujeres a quienes la mezcla de clonazepam y Viviana Canosa producía visiones apocalípticas salieron, durante estos dos años, a las calles y plazas de Buenos Aires y de todo el país, denunciando su rechazo a las vacunas y la falta de ellas, la inexistencia del virus y la ausencia de medidas para contrarrestarlo, la ineptitud del gobierno en combatir la pandemia y su despótico mandato de usar barbijo y otras medidas preventivas.

La oposición política y social al gobierno del Frente de Todos, el capital financiero, los sectores agroexportadores, los grandes evasores y el sistema de medios privados hegemónicos sintió que el peronismo había perdido la calle, que ahora pertenecía a estas tribus delirantes. No hubo el menor temor al patetismo. Exhibieron bolsas mortuorias con nombres de políticos oficialistas, de Alberto y Cristina, en primer lugar. Armaron, dos veces, un ridículo monumento de piedras y ensuciaron los símbolos de las Madres alrededor de la Pirámide de Mayo. No dejaron provocación por realizar ni insulto a la convivencia democrática.

El gobierno, por su parte, intentó en varias oportunidades detener este desatino y llamó a la oposición a la cordura y a alguna forma de acuerdo mínimo. Todo fue en vano. Desde los canales más acérrimos, un remedo de periodismo paniaguado, a tanto el insulto, sostenía la provocación con mentiras, falsas noticias, exageraciones, burlas y agravios de todo tipo. Habían ganado la calle, no estaban dispuestos a retroceder ni un milímetro.

Bueno, ayer, esa extraña situación, esas marchas espectrales de consignas atrabiliarias, esa procesión de solitarios azorados, conducidos por figuras opositoras dispuestas a todo, han terminado.

El pueblo argentino de las grandes jornadas volvió a las calles, con la alegría de siempre, con sus bombos y redoblantes, con sus parrillas rebosantes de chorizos, preparados para el litúrgico choripán. Y viejos militantes, hombres y mujeres del Perón Vuelve, que cruzaron el Matanza para rodear al General, se encontraron con los jóvenes militantes, chicos y chicas de los barrios lejanos del Gran Buenos Aires y de los colegios secundarios de toda el área metropolitana. Señoras con aspecto de profesionales, se entreveraban con rotundas señoras que sostuvieron sus comedores en los dos años de plaga. Trabajadores con la pechera de sus sindicatos, encabezados por sus dirigentes se cruzaban con las caras criollas de las largas columnas de los movimientos sociales, con sus banderas y su esperanza.

Volvió la fiesta peronista, el presidente de la República estableció un diálogo con esos festejantes que, simbólicamente, volvían a reencontrarse con Perón después de su exilio -ese acto fundacional del 17 de octubre- y todo ha cambiado en la Patria.

Pero, de nuevo, Miguel Hernández lo ha dicho mucho mejor:

Avanza la alegría derrumbando montañas

y las bocas avanzan como escudos.

Se levanta la risa, se caen las telarañas

ante el chorro potente de los dientes desnudos.

18 de noviembre de 2021.

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