Las colinas de España están sembradas de muertos
España, obviamente, está muy cerca de los argentinos. Además de los lazos seculares y los derivados de la inmigración, de la que tantos somos descendientes, la facilidad de los viajes y una cierta democratización del turismo han hecho que la llevemos no sólo en el corazón, sino en la memoria de sus paisajes y su gente.
Todo lo cerca que está de nuestro corazón lo pude experimentar este jueves al presenciar el estreno de la obra “Granos de uva en el paladar””, interpretada por Arantza Alonso, Lucía Andreotta, Marta Cuenca, Clara Díaz, Sauce Ena y Ruth Palleja y dirigida por Susana Hornos y Zaida Rico, todas ellas españolas.
Y experimenté, con una emoción contenida para que no desbordase en llanto, lo malditamente cerca que la Guerra Civil Española, ese drama irresuelto que la actual crisis española y europea ha vuelto abrir con toda su espantosa parafernalia de espectros y banderas irrealizadas, está de nuestra conciencia. Mi generación y la generación anterior a la mía y la anterior a ésta tuvimos con la Guerra Civil y con la Revolución Española algo como una iniciación. Formó parte del ingreso a la vida política conciente, a la militancia y a un afán de cambiar el mundo, que a muchos no nos ha abandonado.
Si me quieres escribir
ya sabes mi paradero
en el frente de Gandesa
primera línea de fuego.
En el tren que va a Madrid
se agregaron dos vagones
uno para los fusiles
y otro para los cojones
cantábamos también aquí en los '60, junto con Zamba de mi Esperanza y Tonada del Viejo Amor. Y las fechas de nacimiento que los personajes de la obra recitan al presentarse hacen evidente a la conciencia que esos muertos, esos jóvenes fusilados, esas muchachas violadas, tenían -días más, días menos- la edad de nuestros padres.
La obra, con un desarrollo coral de gran inteligencia y con una notable precisión escénica, cuenta varias historias de amor, de revolución y de muerte que tienen su inicio en los días revueltos de la República.
Las actrices, de ascético vestuario -esas mujeres de negro que poblaban los campos de España, sentenciosas, secas, de amargo realismo- se transforman, a lo largo de un poco más de una hora, en jóvenes parejas, en madres imperativas y asexuadas, en furtivos y adolescentes amantes prohibidos, en presas republicanas, en pelotones de fusilamiento, en hombres y mujeres concretos, víctimas y victimarios de una guerra que está para siempre en nuestra memoria y en nuestra congoja.
A los largo de esas escenas, fuertes, sobrecogedoras, de una casi insoportable carga emocional, un cuerpo caído e inmóvil en un costado del escenario acompaña la historia con una presencia ominosa. Sobre el final, el muerto, uno de los miles de los muertos sin lápida y sin tumba de aquellos años que han quedado inmortalizados en himnos y poemas, se levanta, con notable prestación corporal de actriz. El encuentro con los que lo sobrevivieron, con las mujeres que fueron su madre y sus hermanas, es de una belleza arrasadora y vincula aquel pasado, tan reciente y tan lejano, con el presente.
La dirección y la puesta de Susana Hornos y Zaida Rico es impecable. Las actrices, todas y cada una de ellas, actúan con una precisión y un convicción que nos llevan, tan sólo con recursos interpretativos a los campos de Soria de Machado, a los olivares altivos de Hernández, a la Cataluña de Nin, regados de sangre plebeya que aun clama por su memoria.
Del modo de morir, del modo de dormir por toda la eternidad habla esta pieza formidable que se siente nombrada en la vieja canción popular
"Cuando yo me muera tengo ya dispuesto
en el testamento que me han de enterrar
en una bodega, dentro de una cuba
con un grano de uva en el paladar"
Granos de uva en el paladar, interpretada por Arantza Alonso, Lucía Andreotta, Marta Cuenca, Clara Díaz, Sauce Ena y Ruth Palleja, se presentará a partir del próximo jueves y durante dos meses, todos los jueves a las 21 en la Sala Raúl González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543, Capital).
Sigue le senda roja.
ResponderEliminarSangre seca en los campos
por su pasión por la libertad:
Acalladad sus voces!!!
dijo alguien sin piedad.
Miradas acusadoras,
clavadas como dardos;
un dedo en el gatillo,
el ojo en el visor:
siembran el vacío
la ausencia y el dolor.
Mary Maroto
Excelente obra.Un recorrido por la memoria que muchos quieren ocultar.
ResponderEliminarValiosas interpretaciones.
Última función el próximo viernes.