En el año 1991 hubo elecciones a gobernador en las provincia de Buenos Aires. Gobernaba Menem quien ya había comenzado su plan destructor. El candidato oficial del PJ era Eduardo Duhalde. Saúl Ubaldini tenía la voluntad de presentarse al cargo, pero carecía de un partido.
El pequeño Partido de la Izquierda Nacional, dirigido por Jorge Enea Spilimbergo, había logrado, con un gran esfuerzo militante, obtener una personería en la provincia con el nombre Acción Popular para la Liberación. Ofrecimos a Ubaldini esa personería y fue así como se presentó a esas elecciones. Obtuvimos la humilde cifra de 2,21 %, por razones que no es momento de comentar.
El hecho es que, pasadas las elecciones, la justicia electoral nos llama para comunicarnos que, por la ley de financiamiento de los Partidos Políticos, nos correspondía cobrar una, para nosotros, interesante suma de dinero. Hicimos una consulta con Ubaldini, en caso de que tuvieran interés en cobrar algo y la generosa respuesta fue que la cobráramos nosotros que éramos los responsables del partido.
Con ese dinero que, insisto, para un pequeño movimiento como el nuestro era una suma muy importante -recuerden que estábamos en el uno a uno-. Nuestra conclusión era que habíamos solucionado nuestros problemas financieros por un largo tiempo.
La decisión que adoptamos fue abrir un negocio de diseño gráfico y de impresión de originales a color. Aún no existían las actuales impresoras a tinta y el único artefacto eran las gigantescas fotocopiadoras color Xerox, por medio de un costoso aparato que mediaba entre la computadora y la fotocopiadora. El único negocio que, en Buenos Aires, realizaba tal tarea era Taller 4, cuyas sucursales se habían multiplicado. La cuestión es que alquilamos un lindo local en Paraná y Lavalle, con nuestras manos lo pintamos y arreglamos e inauguramos un negocio al que se me ocurrió llamar Original & Copia. Ninguno de nosotros era, estrictamente hablando un diseñador gráfico. Nos podíamos defender en el viejo CorelDraw o en el antiguo Illustrator, pero no mucho más. Esta fue la razón que nos llevó a contratar a alguna persona que tuviese una formación de diseñador gráfico.
Y ahí apareció @FabianWaldman. Un jovencito con un título universitario de diseñador gráfico, con notorias simpatías, digamos, de izquierda, trabajador, voluntarioso, inteligente y, por sobre todo, muy buena gente.
El negocio duró unos años. Nos dio grandes satisfacciones y muchos dolores de cabeza. Entre las satisfacciones fue la de haber podido contactar a Hugo Chávez en su primer viaje a la Argentina y llevarlo a hablar a nuestro local en la calle Salta y México. Los dolores de cabeza nos costó unos años pagarlos.
Pero he aquí que el tiempo pasa que es una barbaridad y un día aparece en la radio, en la televisión y en las redes un periodista, seguidor como perro de sulky, contestador y agudo que se ha convertido en un némesis del bobocero presidencial. Y esa voz y esa cara me resultó conocida.
Fue Guadalupe, mi hija, cajera de aquel Original y Copia, quien me avivó.
- Pero, boludo, es Fabián, ¿no te acordás?, me dijo.
Así que, es cierto, puedo dar fe de que Fabián ha usado siempre los productos MacIntosh.
28 de octubre de 2024