El estreno en el Luna Park
Un bellísimo recuerdo a
Néstor Kirchner en un riguroso homenaje a Leonardo Favio
Después de sus películas
El Vestido y Juan y Eva -ambas de ficción, aún cuando en el segundo
caso se basa en figuras históricas-, Paula de Luque ha tenido la
responsabilidad de dirigir un proyecto que podría caracterizarse
como una difícil carrera de obstáculos.
Se trataba de narrar en
imágenes básicamente documentales, la vida privada y política de
un presidente argentino fallecido sólo hace dos años, cuyo paso por
la presidencia duró sólo cuatro años y cuya desaparición generó
la más multitudinaria y apasionada movilización popular, con un
alto contenido juvenil, solo comparable a la dolorosa despedida al
general Juan Domingo Perón. No había lugar para un relato
ficcionado y el material audiovisual debía ser, en todo lo posible,
el recopilado por la familia, los noticieros, los organizadores de
los actos públicos y el pueblo en general, con cámaras de última
generación, cámaras digitales, cámaras VHS y hasta viejos filmes
en 16 y 8 mm. Pero, además, Paula de Luque sucedió al intento que
otro reputado cineasta había iniciado, con la consecuencia de
suspicacias, comentarios maledicentes y chismes tan propios del
ambiente cinematográfico -y de todos los ambientes, por otra parte-.
Según ha contado la directora en diversos reportajes, reinició todo
el trabajo. Hizo, desde el principio, otra película a la propuesta
por Israel Caetano, el primer director, y, con gran delicadeza,
omitió todo comentario sobre ese proyecto.
Todas estas dificultades
estaban presentes al momento de ver la proyección en la avant
premiere del Luna Park, el sábado 17 de noviembre.
Y todas estas dificultades
se disolvieron a los pocos minutos de iniciarse la proyección. Paula
de Luque ha hecho una película muy bella, impregnada de un
sentimiento y una emoción que logra no desbordarse por un eficaz y
certero uso del propio lenguaje cinematográfico. Los duros paisajes
patagónicos adquieren una nueva luz y sirven, junto con hermosas
secuencias de flores y trigales, como trazos de unión entre los
distintos momentos del documental. No tiene un tratamiento
rigurosamente cronológico, sino que el relato avanza y retrocede
como suelen hacerlo los recuerdos. El uso de la cámara lenta le
permite, con acierto y sin exageración, resaltar algunos gestos,
algunos momentos que el ojo suele no ver. La selección de reportajes
y voces en off colaboran, sin superponerse ni reiterarla, con la
imagen, evitando uno de los puntos más aburridores del cine
documental.
Uno puede, desde una
mirada más exclusivamente política, intentar alguna crítica sobre
la ausencia de testimonios de trabajadores sindicalizados, de nuevos
trabajadores fabriles que se incorporaron a la producción y una
relativa reiteración de testimonios vinculados a los movimientos
sociales y las cooperativas. Pero es posible que este aspecto no sea
del todo atribuible a la directora.
Pero lo que sí se hace
evidente en la película Néstor Kirchner es el espíritu, la
estética y el sentimiento que el gran director argentino Leonardo
Favio puso en cada una de sus películas.
Hace unos días, con
motivo de su fallecimiento, escribí:
“...cómo concebía
Leonardo Favio al peronismo y a sus enemigos: como un milagroso
enfrentamiento entre el amor y el odio. Esta convicción fue la
columna vertebral que organizó su mundo y su arte prodigioso”.
La película de Paula de
Luque logra expresar justamente el amor como el motor inmóvil de
toda la pasión que movía a Néstor Kirchner en su vida privada y en
su vida pública, en su amor conyugal y filial y su amor a la causa
que abrazó a los veinte años. Y si en las películas de Leonardo
Favio el sentimiento popular, el sentido de la belleza de los
argentinos se transmite en imágenes cargadas de sentido, Paula de
Luque logra recrear con precisión ese certero mecanismo para
movilizar la emoción de sus espectadores. No hay golpes bajos, como
dijo CFK. Hay un exacto manejo de la sensibilidad popular mezclada
con un inteligente uso de los instrumentos retóricos del cine. Ello
ha dado como resultado una notable película, que evita la propaganda
sin renunciar a una visión militante y comprometida.
Néstor Kirchner tiene un
merecido homenaje en la cinematografía argentina y Leonardo Favio ha
encontrado una continuadora de su arte, tan argentino como universal.
Buenos Aires, 18 de noviembre de 2012