El domingo estuve, acompañado por Violeta, mi nieta, en el teatro El Portón de Sánchez. Fuimos a ver La Vaca Atada, una obra escrita y dirigida por Helena Tritek, una de las decanas contemporáneas del teatro porteño.
La obra es una delicia. En tono paródico y con una concepción escénica casi coreográfica, cinco actores exponen los preparativos de un viaje a París, por seis meses, y el propio viaje de una familia oligárquica de lo que Jorge Abelardo Ramos llamó “La Belle Époque”, el breve período argentino que se inicia en 1880 y finaliza con el triunfo de don Hipólito Yrigoyen en 1916, es decir el momento en que la estupidez liberal á la page supone que la Argentina era “una gran potencia”.
Mientras disfrutaba el espectáculo reflexionaba sobre esta notable capacidad que ha tenido nuestra patria en lograr que una notoria hija de inmigrantes, cuyos antepasados llegaron al país posiblemente ilusionados por la aparente prosperidad pampeana, ejecute una radiante vivisección de aquella vieja clase dominante y, sobre todo, de los hombres y mujeres a su servicio.
El primer acto de la obra es, justamente, del personal de servicio. Dos hombres y dos mujeres dedicados a mantener en orden, limpieza y perfección la residencia del matrimonio Paz Roca Anchorena y su hija. La compleja relación de sumisión y aprovechamiento, de ejercicio del poder del mayordomo (brillantemente interpretado por Miguel Alejandro Granado) sobre el resto del personal, el remedo admirativo, caricaturesco y sometido del estilo de vida de los patrones, es un verdadero hallazgo. Milagros Almeida encarna a la mucama, ansiosa por el viaje que iniciará con la familia a París en su largo viaje, mientras Granado fanfarronea en un francés champurreado sobre los sitios que ya ha visitado en viajes anteriores.
Es en el segundo acto que la pareja (Fito Yanelli y Silvina Quintadilla) toma un papel protagónico, mientras que la hija (la encantadora Julieta Raponi) sirve como un trait d'union (para seguir con las franchutadas) de la obra en su conjunto. En mi humilde opinión aquí el texto de Tritek baja en intensidad porque, aún considerando el tono paródico que ha elegido, la descripción de esos oligarcas prototípicos me sonó menos creíble que los anteriores. Les ha puesto un tono un tanto grandilocuente y ampuloso que, insisto, en mi humilde opinión, baja la intensidad de la parodia.
Pero es solo un detalle. Es un espectáculo obligado en estos tiempos en que pretenden retrotraernos a ese falso paraíso que nunca existió, ya no encandilados por Les Champs Elysées, sino por el Ocean Drive de la vulgar Miami.
Vayan a verla, está los domingos a las 18 horas.
Buenos Aires, 2 de julio de 2024
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